lunes, 18 de mayo de 2015

"Siempre ponía mal el ojo"

Helga Díaz nos habló claro. Dijo que en el amor siempre fracasó porque se metía con quien no debía, lo que la llevó a reflexionar y encausar su vida. Ahora vive otra etapa al lado de su esposo Hernán García y sus tres hijos.


Hace tres meses cuando nació Emiliano, el tercer hijo de la actriz, se supo sin más datos, que el bebé había sido sometido a cirugía por una obstrucción en su esófago. Helga no quiere hablar del tema, pero si reconoce que debido a que la salud del bebé no estuvo muy bien al principio, ella se hizo consciente de muchas cosas y más de una vez gritó al cielo pidiendo: “¡Auxilio!”
Con lo de la salud de Emiliano llegó un momento que dije que si esto me estaba pasando era por algo, que debía aprender. Y es que yo no tuve mucho tiempo para compartir con mis otros hijos (Antonia, de 15 y Salomón de 6) porque a ellos los tuve muy chiquita y los papás no sirvieron para nada. Entonces a los 8 y 15 días yo tenía que salir a trabajar para rebuscarme la comida. Ahora a Emiliano lo estoy disfrutando, estoy enfocada en él, me gocé la maternidad, estos primeros meses, y todo gracias a que tengo un esposo espectacular y que me está ofreciendo lo que siempre buscaba pero que no lo encontraba porque me metía con las personas equivocadas”, dijo.

¿Helga tocó fondo?
Entendí que la estaba embarrando porque ponía el ojo mal puesto y en gente que no valía la pena, como por ejemplo, los papás de mis otros hijos que me quitaron la plata es vez de ayudarme a ahorrar. Cuando entendí que el problema no era de esas personas sino mío, de lo que yo escogía para mí, empecé a darme cuenta y decidí quedarme sola un buen tiempo.

¿Cuánto tiempo duró sola y qué logró reflexionar?
Fue un año sola. Para muchos quizás es poco tiempo pero para mí que me metía en una relación y en otra, fue bastante espacio. Ese tiempo me sirvió para reflexionar y pensar qué era lo que quería, quién era, qué era lo que no quería, qué era lo que ya no me iba a aguantar.

¿Y apareció su actual esposo?
Cuando lo encontré me pasó algo distinto a lo que nos pasa a muchas mujeres, que a veces estamos por necesidad y no por amor, y así termina uno metiéndose con el que sea por no estar solo y ahí es cuando uno la embarra.




¿Cómo siente que ahora no la está embarrando?
Porque con Hernán es un amor consiente. Por primera vez en la vida puedo decir que amo de verdad, con sus defectos y cualidades, no quiero cambiar a nadie, así lo quiero amar. Aprendí que uno de los grandes defectos que tenemos las mujeres es que uno dice amar, pero desde el principio le está diciendo a alguien que cambie una cosa o mejore la otra, eso no es amar.

¿Cómo se conoció con Hernán?
Haciendo la película ‘Uno al año no hace daño’. Eramos amigos, nos reíamos un montón y un día me dijo que él nunca estaría con una mujer como yo para tomar el pelo, sino que realmente estaba enamorado de mí y yo le dije que yo también. Fue algo muy divertido y por lo mismo fue que decidí darme la oportunidad, porque yo decía que no existía el peligro de volver a salir con alguien.

¿Y escuchándola hablar se le sale el amor por los poros?
Parezco de 15 años. Yo estoy en la casa y lo oigo llegar y siento mariposas en el estómago. Tengo claro que él es el hombre de mi vida y la persona con la que quiero estar el resto de mi vida. Es un gran padre, gran esposo, gran trabajador, se me infla el pecho decir que es mi marido, me parece el hombre más guapo del planeta.

¿Sin duda está viviendo otra etapa de su vida?
No me cambio por nadie. Siempre me pareció desolador el panorama de no tener hijos y ahora los tengo. Gozo de un marido espectacular, pero lo más maravilloso de la vida es cuando te amas más a ti mismo que a los otros, es un tema de amor propio y de dar amor, y cuando entras en ese proceso las cosas maravillosas te llegan.

¿Se arrepiente de lo que vivió para llegar a este momento de plenitud?
No nada. Me da pesar de mis hijos que tengan los papás que tienen porque los niños finalmente no tiene la culpa de nada y terminan pagando los errores de los adultos, pero gracias a Dios como buena santandereana, suplí la necesidad de mis hijos en muchos aspectos. Creo que he hecho mi mejor trabajo criándolos desde el amor, la honestidad, desde las ganas y les he mostrado que lo importante es estar con quien te ama y que papá no es quien hace los hijos sino quien realmente se preocupa por hacer de tu vida algo mejor.

¿Qué pasaba con su vida cuando tuvo a Antonia?
Tenía 22 años, yo era una pelotuda. Había llegado a Bogotá y conseguí un novio, el hombre más desastroso del planeta, y preciso quedé en embarazo y casi me da un ‘patatus’, pero yo en el fondo estaba dichosa porque siempre quise tener un hijo.

¿Y qué pasaba cuándo llegó Salomón?
Con el papá de Salomón yo sabía que ese no era el hombre de mi vida pero yo quería tener un hijo, quería tener un varón y como ya me había demostrado que podía tener un hijo sin necesidad de un hombre al lado, pues quedé en embarazo. Lo que nunca me imaginé es que pudieran ser tan desastrosos los papás.

¿Usted demandó a los papás de sus dos hijos mayores por alimentos, en qué quedó eso?
En nada. En este país no protegen para nada el tema de los niños, archivan esos procesos, se demoran mil años y al final, no pasa nada.

¿Sus hijos tienen alguna relación con sus papás?

Ninguna. Durante mucho tiempo intentaba hablarle de ellos, como se llamaban... un día Antonia me dijo que yo porque le hablaba de ese señor si no lo conocía y no le interesaba conocerlo. La metí al psicólogo pensando que era algo que le dolía, pero no, entendí que no extrañaban porque nunca los tuvieron.




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