Helga
Díaz nos habló claro. Dijo que en el amor siempre fracasó porque
se metía con quien no debía, lo que la llevó a reflexionar y
encausar su vida. Ahora vive otra etapa al lado de su esposo Hernán
García y sus tres hijos.
Hace
tres meses cuando nació Emiliano, el tercer hijo de la actriz, se
supo sin más datos, que el bebé había sido sometido a cirugía por
una obstrucción en su esófago. Helga no quiere hablar del tema,
pero si reconoce que debido a que la salud del bebé no estuvo muy
bien al principio, ella se hizo consciente de muchas cosas y más
de una vez gritó al cielo pidiendo: “¡Auxilio!”
“Con
lo de la salud de Emiliano llegó un momento que dije que si esto me
estaba pasando era por algo, que debía aprender. Y es que yo no tuve
mucho tiempo para compartir con mis otros hijos (Antonia, de 15 y
Salomón de 6) porque a ellos los tuve muy chiquita y los papás no
sirvieron para nada. Entonces a los 8 y 15 días yo tenía que salir
a trabajar para rebuscarme la comida. Ahora a Emiliano lo estoy
disfrutando, estoy enfocada en él, me gocé la maternidad, estos
primeros meses, y todo gracias a que tengo un esposo espectacular y
que me está ofreciendo lo que siempre buscaba pero que no lo
encontraba porque me metía con las personas equivocadas”, dijo.
¿Helga
tocó fondo?
Entendí
que la estaba embarrando porque ponía el ojo mal puesto y en gente
que no valía la pena, como por ejemplo, los papás de mis otros
hijos que me quitaron la plata es vez de ayudarme a ahorrar. Cuando
entendí que el problema no era de esas personas sino mío, de lo que
yo escogía para mí, empecé a darme cuenta y decidí quedarme sola
un buen tiempo.
¿Cuánto
tiempo duró sola y qué logró reflexionar?
Fue
un año sola. Para muchos quizás es poco tiempo pero para mí que me
metía en una relación y en otra, fue bastante espacio. Ese tiempo
me sirvió para reflexionar y pensar qué era lo que quería, quién
era, qué era lo que no quería, qué era lo que ya no me iba a
aguantar.
¿Y
apareció su actual esposo?
Cuando
lo encontré me pasó algo distinto a lo que nos pasa a muchas
mujeres, que a veces estamos por necesidad y no por amor, y así
termina uno metiéndose con el que sea por no estar solo y ahí es
cuando uno la embarra.
¿Cómo
siente que ahora no la está embarrando?
Porque
con Hernán es un amor consiente. Por primera vez en la vida puedo
decir que amo de verdad, con sus defectos y cualidades, no quiero
cambiar a nadie, así lo quiero amar. Aprendí que uno de los grandes
defectos que tenemos las mujeres es que uno dice amar, pero desde el
principio le está diciendo a alguien que cambie una cosa o mejore la
otra, eso no es amar.
¿Cómo
se conoció con Hernán?
Haciendo
la película ‘Uno al año no hace daño’. Eramos amigos, nos
reíamos un montón y un día me dijo que él nunca estaría con una
mujer como yo para tomar el pelo, sino que realmente estaba
enamorado de mí y yo le dije que yo también. Fue algo muy divertido
y por lo mismo fue que decidí darme la oportunidad, porque yo decía
que no existía el peligro de volver a salir con alguien.
¿Y
escuchándola hablar se le sale el amor por los poros?
Parezco
de 15 años. Yo estoy en la casa y lo oigo llegar y siento mariposas
en el estómago. Tengo claro que él es el hombre de mi vida y la
persona con la que quiero estar el resto de mi vida. Es un gran
padre, gran esposo, gran trabajador, se me infla el pecho decir que
es mi marido, me parece el hombre más guapo del planeta.
¿Sin
duda está viviendo otra etapa de su vida?
No
me cambio por nadie. Siempre me pareció desolador el panorama de no
tener hijos y ahora los tengo. Gozo de un marido espectacular, pero
lo más maravilloso de la vida es cuando te amas más a ti mismo que
a los otros, es un tema de amor propio y de dar amor, y cuando
entras en ese proceso las cosas maravillosas te llegan.
¿Se
arrepiente de lo que vivió para llegar a este momento de plenitud?
No
nada. Me da pesar de mis hijos que tengan los papás que tienen
porque los niños finalmente no tiene la culpa de nada y terminan
pagando los errores de los adultos, pero gracias a Dios como buena
santandereana, suplí la necesidad de mis hijos en muchos aspectos.
Creo que he hecho mi mejor trabajo criándolos desde el amor, la
honestidad, desde las ganas y les he mostrado que lo importante es
estar con quien te ama y que papá no es quien hace los hijos sino
quien realmente se preocupa por hacer de tu vida algo mejor.
¿Qué
pasaba con su vida cuando tuvo a Antonia?
Tenía
22 años, yo era una pelotuda. Había llegado a Bogotá y conseguí
un novio, el hombre más desastroso del planeta, y preciso quedé en
embarazo y casi me da un ‘patatus’, pero yo en el fondo estaba
dichosa porque siempre quise tener un hijo.
¿Y
qué pasaba cuándo llegó Salomón?
Con
el papá de Salomón yo sabía que ese no era el hombre de mi vida
pero yo quería tener un hijo, quería tener un varón y como ya me
había demostrado que podía tener un hijo sin necesidad de un hombre
al lado, pues quedé en embarazo. Lo que nunca me imaginé es que
pudieran ser tan desastrosos los papás.
¿Usted
demandó a los papás de sus dos hijos mayores por alimentos, en qué
quedó eso?
En
nada. En este país no protegen para nada el tema de los niños,
archivan esos procesos, se demoran mil años y al final, no pasa
nada.
¿Sus
hijos tienen alguna relación con sus papás?
Ninguna.
Durante mucho tiempo intentaba hablarle de ellos, como se llamaban...
un día Antonia me dijo que yo porque le hablaba de ese señor si no
lo conocía y no le interesaba conocerlo. La metí al psicólogo
pensando que era algo que le dolía, pero no, entendí que no
extrañaban porque nunca los tuvieron.
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